“HAYA, PUES, EN VOSOTROS ESTE SENTIR QUE
HUBO TAMBIÉN EN CRISTO JESÚS”. FILIPENSES 2:5
La única manera de tener la mente de Cristo es
que “haya“en nosotros el sentir (primero el deseo, pero luego el acto) que hubo
en Jesús, de conocer a Dios, de tener
una relación íntima con el Padre. Jesús en el cielo tenía una relación directa
con Dios, era uno con Dios y Dios con Él, pero cuando Jesús se hizo hombre esa
comunión no era igual, debía esforzarse para volver a esa comunión, estar
tiempo con su Padre, pedir dirección en todo lo que hacía y en todo darle el
lugar que le correspondía, para que realmente todo lo que hiciera fuese en el
Nombre de su Padre. Debemos recordar que Jesús se hizo hombre.
Al hacerse hombre nos mostró el camino para
alegrar a Dios y así un día El pueda complacerse de nosotros porque hemos
cumplido la tarea. ¡JESÚS ES EL MAESTRO! El nos enseña cómo debemos sentir, que
hacer, pero para ello necesitamos su MENTE.
La palabra “haya”
viene del verbo haber y este verbo sirve para construir los tiempos compuestos de los otros verbos y el “haya” es un verbo que define el tiempo presente, y
sirve para construir el verbo Sentir. Pablo
expresa en este versículo que momento a momento construyamos, nos esforcemos,
nos dediquemos a construir en nosotros el Sentir de Cristo. Nos podemos
preguntar entonces ¿cuál es el sentir de
Cristo que debemos construir en nuestra mente para luego ponerlo por obra?
Filipenses 2:6-8, nos darán la respuesta:
1.
Versículos
6,7, nos habla de su gran humildad,
se despojó de las riquezas celestiales, vino al
mundo, vivió como hombre y murió en la cruz. Cuando Jesús se pudo haber exaltado
a sí mismo, no lo hizo. En lugar de ser maestro se hizo el siervo y en lugar de
vivir, murió en la cruz.
2. En el versículo 8, podemos ver otra actitud de
Cristo que fue su obediencia, sin
importarle lo que iba a padecer, lo difícil de dejar su vida celestial y venir
al mundo, confió en lo que su Padre le pedía, porque lo conocía y sabia que El
tenía el control de todo.
Estas dos actitudes están dentro de una mayor que
es el Amor que Cristo sentía por su
Padre. Además amaba todo lo que su Padre amaba, a su creación y los sueños que
tenia para su pueblo. Pero esa decisión de despojarse, dejar su
habitación celestial, su gloria inefable para nacer en un pesebre y luego
morir en una cruz, se logró por haber pasado tiempo conociendo a su Padre en el
Cielo y dependiendo de la promesa que El le había dado al momento de
encomendarle Su misión en el mundo.
Todos necesitamos de intimidad con Dios, así fortalecemos nuestra mente
transformándola momento a momento a la de Él. Humildad, obediencia y que lo
Amemos por sobretodo es lo que Dios desea. La única forma de lograrlo es conociéndolo,
así como Jesús, que si no hubiera conocido al Padre, no habría podido cumplir
su misión.
Tengamos
el Sentir que tuvo Cristo en nuestro corazón y en nuestra mente “Amemos a Dios
y a los hijos de Dios”
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