jueves, 29 de septiembre de 2011

HAYA, PUES, EN VOSOTROS ESTE SENTIR...



“HAYA, PUES, EN VOSOTROS ESTE SENTIR QUE HUBO TAMBIÉN EN CRISTO JESÚS”. FILIPENSES 2:5

La única manera de tener la mente de Cristo es que “haya“en nosotros el sentir (primero el deseo, pero luego el acto) que hubo en Jesús,  de conocer a Dios, de tener una relación íntima con el Padre. Jesús en el cielo tenía una relación directa con Dios, era uno con Dios y Dios con Él, pero cuando Jesús se hizo hombre esa comunión no era igual, debía esforzarse para volver a esa comunión, estar tiempo con su Padre, pedir dirección en todo lo que hacía y en todo darle el lugar que le correspondía, para que realmente todo lo que hiciera fuese en el Nombre de su Padre. Debemos recordar que Jesús se hizo hombre.
Al hacerse hombre nos mostró el camino para alegrar a Dios y así un día El pueda complacerse de nosotros porque hemos cumplido la tarea. ¡JESÚS ES EL MAESTRO! El nos enseña cómo debemos sentir, que hacer, pero para ello necesitamos su MENTE.
La palabra “haya” viene del verbo haber y este verbo sirve para construir los tiempos compuestos de los otros verbos y el “haya” es un verbo que define el tiempo presente, y sirve para construir el verbo Sentir. Pablo expresa en este versículo que momento a momento construyamos, nos esforcemos, nos dediquemos a construir en nosotros el Sentir de Cristo. Nos podemos preguntar entonces ¿cuál es el sentir de Cristo que debemos construir en nuestra mente para luego ponerlo por obra?
Filipenses 2:6-8, nos darán la respuesta:
1.    Versículos 6,7, nos habla de su gran humildad, se despojó de las riquezas celestiales, vino al mundo, vivió como hombre y murió en la cruz. Cuando Jesús se pudo haber exaltado a sí mismo, no lo hizo. En lugar de ser maestro se hizo el siervo y en lugar de vivir, murió en la cruz.

2.    En el versículo 8, podemos ver otra actitud de Cristo que fue su obediencia, sin importarle lo que iba a padecer, lo difícil de dejar su vida celestial y venir al mundo, confió en lo que su Padre le pedía, porque lo conocía y sabia que El tenía el control de todo.
Estas dos actitudes están dentro de una mayor que es el Amor que Cristo sentía por su Padre. Además amaba todo lo que su Padre amaba, a su creación y los sueños que tenia para su pueblo. Pero esa decisión de despojarse, dejar su habitación celestial, su gloria inefable para nacer en un pese­bre y luego morir en una cruz, se logró por haber pasado tiempo conociendo a su Padre en el Cielo y dependiendo de la promesa que El le había dado al momento de encomendarle Su misión en el mundo.
Todos necesitamos de intimidad con Dios, así fortalecemos nuestra mente transformándola momento a momento a la de Él. Humildad, obediencia y que lo Amemos por sobretodo es lo que Dios desea. La única forma de lograrlo es conociéndolo, así como Jesús, que si no hubiera conocido al Padre, no habría podido cumplir su misión.
Tengamos el Sentir que tuvo Cristo en nuestro corazón y en nuestra mente “Amemos a Dios y a los hijos de Dios

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