“…Y vino Jehová y se paró,
y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla,
porque tu siervo oye…” 1 de Samuel 3:10
En
la historia de Samuel podemos encontrar grandes enseñanzas en nuestro camino
para pensar como Cristo. Samuel era un niño consagrado al servicio de Dios, que
vivía en el templo con Elí, sumo sacerdote del pueblo de Israel de ese tiempo, quien
tenía el más alto cargo en el servicio a Dios. No obstante, ellos estaban en
situaciones distintas: Samuel estaba conociendo más de Dios y Elí aunque había
estado mucho tiempo sirviendo a Dios, en
algún momento de su caminar la pasión por su Señor fue apagada.
Estas
dos situaciones se pueden entender como el hombre carnal (que no sigue los
mandatos y formas que Dios estableció para servirle) y el espiritual (que
anhela agradarle y hacer lo que Dios quiere) que es una gran pregunta a
reflexionar. Examinémonos nosotros
mismos como estamos, ¿qué hay de nuestras decisiones, llamados o del servicio
que damos a Dios?
Podemos
estar hace mucho tiempo en la iglesia pero aún así estar lamentablemente lejos
de Dios. Si ese fuera el caso es el momento apropiado para vivir una Metanoia
en tu vida, la cual consista en un cambio de mentalidad en el temor de Dios y
el de buscar estar con Él escuchando su voz. Estar dentro de un grupo que
sirva, adore, predique o haga alguna cosa para Dios no asegura que tu comunión
con El sea genuina y profunda, pues sino es un servicio con todo nuestro ser no
agradaremos su corazón.
Dice
la Biblia que “…Elí era de
edad de noventa y ocho años, y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no
podía ver…” (1
Samuel 4:10) Si bien aquí su ceguera progresiva es por su edad, podemos
compararlo igualmente con nuestra vida espiritual. ¿Estás mirando con claridad
a Dios, escuchándolo con nitidez? Hay momentos en que podemos perder la
sensibilidad y lentamente nos deslizamos a cosas que no debiéramos hacer y
otras que no deberíamos dejar de hacer
(como orar, leer la biblia y practicar la Palabra). En cambio Samuel aunque
no conocía completamente la voz de Dios, lentamente se fue interiorizando en cómo
era quien adoraba y que quería Él hacer con su vida. Tres veces Dios le habló y
el agudizó su sensibilidad espiritual no solamente para oír sino que para ser
un hacedor de la palabra entregada: Heme aquí, envíame a mí exclamó al escuchar
el llamado de Dios.
Por lo cual aquí hay dos caminos y se
necesita una decisión de parte de nosotros para convertirnos a Dios al cien por
ciento cada día. Si te cuesta alguna área de tu vida, Dios ya la conoce, sólo
ríndesela a Él y El hará, deja tus decisiones, tus propias opiniones de cómo
vivir la vida de Dios, tu llamado. Cambiemos de mentalidad y volvámonos a Él.
¿EN QUÉ
CAMINO ESTÁS HOY?
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