“Sujetándonos al Padre”
“Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.”
Marcos: 14:36.
Jesús, estando en sus últimos días en la tierra como hombre, y a punto de ser crucificado, hacía la voluntad del Padre. Jesús nunca pecó, nunca mintió, nunca desobedeció el mandato de Dios sobre su vida, jamás hizo algo que el Padre se pudiera sentir triste o decepcionado de su conducta. Al hablar de Jesús estamos hablando del mayor ejemplo que hemos visto en la historia de la humanidad, el hijo más obediente de todos los tiempos.
En este pasaje podemos ver como Jesús luego de disfrutar de la santa cena con sus doce discípulos y luego de orar en el huerto de Getsemaní, se preparaba para morir y hacer la voluntad del Padre, como siempre. También nos podemos dar cuenta que Jesús estaba muy triste, me imagino que para nadie es fácil aceptar que tiene que morir y menos cuando lo tiene que hacer por alguien más, aquí podemos ver la obediencia de este Hijo hasta la muerte.
Dios es nuestro Padre y Jesús es nuestro hermano mayor, el más grande ejemplo que podemos tener.
En las familias de la antigüedad los matrimonios tenían varios hijos, y los más pequeñitos siempre anhelaban ser como el hermano mayor, tener lo que tenía el hermano mayor, usar la ropa del hermano mayor, etc. Ahora mi pregunta es la siguiente; ¿Te gustaría ser como nuestro hermano mayor? A mi sí, me gustaría tener la sumisión que tuvo Jesucristo pero por sobre todo escuchar la voz del Padre como lo hacía Él.
Estamos en nuestro mes de santidad, en el cual se supone dejamos que el Padre gobierne completamente en nosotros, nos apartamos de lo habitual, para pasar mayor tiempo con Dios, pero lo que tiene que trascender en este mes es que se haga la voluntad del Padre y no la nuestra.
Sujétate al Padre así como Jesús lo hizo…
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