LA PATERNIDAD DE DIOS EN TODO TIEMPO.
“…Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!...”Gálatas 4:6.
¡Qué grande amor el de Dios¡ Como Padre dio lo más preciado que tenía para morir por nosotros, a su único Hijo, y también como dice su Palabra nos adoptó como hijos suyos, amándonos con amor eterno. Él prometió estar tanto en los momentos alegres como en los de tristeza o angustia.
Hay circunstancias, situaciones que uno no entiende al comienzo, pero debemos entender que Dios tiene una perfecta voluntad para con nosotros. Cuando a veces hay cosas que no comprendemos, hemos de acordarnos lo que Dios nos dice en Su Palabra “No te desampararé ni te dejaré”. Si estamos afligidos Dios está ahí.
Tu Padre todo lo sabe y el tiene la palabra perfecta para ti. Pero para conocerle lo que debemos hacer es estar con Él y esto conlleva accionar no importa lo que pase. Es por eso que para disfrutar la intimidad con Dios debemos dar pasos. Muchas veces hemos empezado a buscar con pasión a Dios pero en el camino el fuego se va apagando y lentamente empezamos a retroceder mirando otras cosas, las circunstancias y buscamos a Dios más por lo que Él hace que por lo que Él es.
Job, un hombre de la Biblia probado por Dios dijo: “de oídas te había oído, más ahora mis ojos te ven” (Job 45:2). Una de las cosas más maravillosas que Jesús reveló fue una íntima comunión con Dios. Su anhelo era llevar muchos hijos a la gloria, cerca de Él, para que conocieran a Dios como Padre. Por lo mismo ya no de oídas, no solamente nos quedemos sabiendo que hay un Dios grande pero sin que lo conozcamos. Jesús nos abrió el camino hacia el Padre por su sacrificio en la cruz y por medio de su Espíritu podemos tener intimidad con nuestro Padre, diciéndole Abba (Papá), clamando desde nuestro interior. Debe ser nuestra prioridad anhelar conocerle en su paternidad porque Él anhela mostrarse como un Padre amoroso para con nosotros.
Que esta semana sea un tiempo de bendición en donde puedas profundizar el amor de Dios como Padre y disfrutes de su intimidad. Ora a Dios para que puedas verlo en tu vida diaria, en todo tiempo, como no lo habías visto antes. Disfrútale en la intimidad y ten una expectativa santa de lo que Dios quiere hacer.
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