“…Reedificarán las ruinas antiguas, levantarán lo que antes fue asolado y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones…” Isaías 61:4
Para edificar sobre el fundamento sólido, que es Jesucristo, debemos tener presente que todo aquello que pongamos sobre esa base debe estar basado en las Sagradas Escrituras, porque es ahí donde Dios nos dejó establecidos los principios de infraestructura firme e inquebrantable ante los ataques del enemigo y esto sólo podremos lograrlo si estamos en plena comunión con el Señor, esto es buscándolo en oración, escudriñando la biblia, adorando y alabando a Dios en todo lo que hacemos. No es suficiente buscar en lo secreto, sino que también debemos mostrarle al mundo, con nuestras obras, quien es el que vive en nosotros, reflejar al Dios vivo y real que mora en nosotros a través del Espíritu Santo. Para esto necesariamente debemos practicar todo lo que Dios nos revela, pues la biblia establece que la fe sin obras es muerta (Santiago 2:26b).
La palabra señalada en el encabezado, nos habla de reedificar y restaurar, no está hablando de nuestras vidas, sino de las vidas que han de llegar, de aquellos que están lejos de Dios, los quebrantados de corazón, los pobres, los cautivos, a los prisioneros en cárceles espirituales, a los que están de luto. Para lograr esto, necesitamos tener en excelentes condiciones nuestra edificación, para cumplir nuestro llamado a servir al prójimo, porque para poder ayudar a otro a levantarse, primeramente debemos estar firmes nosotros. Los hijos Dios, tenemos Su palabra, Su Espíritu Santo, Su salvación y vida eterna. Él nos ésta moldeando cada día, nos ha llenado de Su gracia y misericordia, es por esto que ahora es nuestro turno de ser las manos y los pies de Jesús, para ir donde quienes necesitan del Señor.
Dios quiere que así como nosotros estamos creciendo y agregando pisos a nuestro edificio espiritual, remodelándolo cada vez que el Espíritu Santo nos muestra qué es lo que tengo que quitar o agregar, también otro puedan vivir lo que hoy estamos experimentando y puedan ellos de igual forma disfrutar de la plenitud de Cristo. Estamos perseverando para llegar a la meta, vamos paso a paso caminando hacia la luz de Jesús, pero también debemos ayudar a otros que caminen con nosotros. Hemos vivido distintos procesos, unos gozosos y otros en disciplina divina y todo esto nos ha ayudado a aferrarnos más a nuestro cimiento y que éste sea cada vez más profundo y sólido. ¡Ayudemos a otros a tener como cimiento firme a Jesucristo!
Para ayudar a restaurar y reedificar una vida, hay que pagar el precio, significa tiempo, oración, misericordia, esfuerzo, fe, bondad (entre muchas otras) pero por sobre todo Amor. Dejemos en esta hora el egoísmo de lado, nuestra comodidad, pereza, desamor y pidámosle a Dios que nos entregue las herramientas necesarias para levantar a otros, ser su apoyo y bendecir sus vidas a través de lo que nosotros hemos edificado.
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