“…Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…”
Filipenses 3:8
DESDE LA PERSPECTIVA DE DIOS
Dios siempre se ha encargado de sorprendernos. Cada día es un regalo que El nos ha dado. Una mañana radiante, el sol del atardecer, aun las lluvias torrenciales nos dice que el Creador de una u otra forma nos quiere hablar. Dios tiene planes y propósitos con cada uno de nosotros. Los planes de Dios nunca son de poca duración ni son cosas pequeñas, porque todos sus planes buscan una comunión intima con el ser humano.
El asunto es que estamos más preocupados del pasado cuando Dios siempre está listo para seguir trabajando con nosotros.
¿Cuál es la prueba de ello? su promesa escrita en su Palabra que El no nos dejaría solos. Dios nos dio su palabra que nos transforma para que le conozcamos cada vez más profundamente.
Si hay algo que destaca al conocimiento de Dios, es su poder transformador, y ese poder no ha dejado de moverse en nuestros días.
Pero para esto debe haber un hambre espiritual de parte nuestra por conocerle, lo cual traerá una transformación a nuestra vida. El escritor estaba enfocado en el supremo llamamiento de Dios en su vida, el de conocerle y cumplir Su Voluntad. Eso era lo que anhelaba con todo su corazón, incluso dejando su reputación pasada. El salmo 119:130 cuenta también del poder de la palabra para hacernos entender sus propósitos.
“…La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples…”
Solo a través de Las Escrituras y obedeciéndolas podemos encontrarnos con El. Es el deseo de Dios que todos le conozcamos de una forma individual.
Examínate hoy y reflexiona… ¿Cómo está tu nivel de hambre espiritual para ser transformado? ¿Cuánto de la palabra has meditado en esta semana?
Si queremos ver desde la perspectiva de Dios, necesitamos escudriñar su palabra.
Que el día de hoy sea un antes y un después en tu vida espiritual, como Dios lo anhela.
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