DEJA
QUE DIOS TE RECOMIENDE.
“… ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a
nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación
de vosotros? 2ª De corintios
3:1…”
Antiguamente, las cartas de recomendación generalmente las
hacían entre amigos. Cuando alguno de ellos solicitaba un puesto de trabajo, en
algunos casos, dichas cartas atenuaban o incluso negaban el valor de los
elogios escritos. Cuando alguien se recomendaba a sí mismo, la persona que
tenía que valorar los méritos de dicho individuo veía con malos ojos el asunto.
Pablo
vino a Corinto como apóstol de Jesucristo; pero la gente sabía que no era
miembro del grupo de los doce que siguieron a Jesús. Así que se ve obligado a
defenderse y mostrar una prueba sólida de que no necesitaba recomendación.
Sabía que Jesús lo había llamado para ser apóstol a los gentiles, y que había
bendecido su obra en aquella ciudad. De ahí que la labor de Pablo demostraba la
legitimidad de su oficio. Sus aflicciones por Cristo y ser el padre espiritual
de los corintios servían como testimonio de que era, indudablemente, un
apóstol.
Pablo no tenía la
necesidad de recomendarse bajo la escritura de una carta, ya que contaba con el
respaldo y apoyo del mismísimo Dios.
Nuestra palabra Rhema nos
dice que miraremos a cara descubierta como en un espejo la gloria de
Dios, si tú te miraras ahora en un espejo ¿qué reflejarías? ¿La gloria de
Dios o una careta que no ha podido ser soltada por ti mismo, y que está
arraigada a la carne? Querido hermano,
también depende de ti que seas transformado por la gloria de
Dios.
Jesucristo intercede ante el Padre por
nosotros, pero además nos recomienda y nos respalda, así como lo hizo con Pablo
lo hará con cada uno de nosotros.
Bendiciones.
0 comentarios:
Publicar un comentario