Pasaje
clave: Lucas 7.
Tres relatos. Tres personas. Y tres
encuentros con Jesús.
Un
Centurión Romano
El centurión romano era un oficial
militar al mando de 50 o 100 soldados. Tenía autoridad. Tenía poder. Estaba
altamente entrenado para enfrentar y resolver situaciones de crisis. Qué podía
necesitar de Jesús.
Este centurión necesitaba de Jesús
para que su siervo sea sano.
Era imposible para él. Ante esta
situación, su entrenamiento militar no le servía para nada. Su preocupación por
su siervo enfermo lo llevó a buscar a Jesús.
¿Amas a los que te rodean? ¿Te
preocupas por sus vidas? ¿Buscas a Jesús, orando por ellos, para que sean
sanados, protegidos, bendecidos y en todo les vaya bien?
Una
Viuda
¡Era viuda! Había perdido a su
esposo, y ahora perdía a su único hijo. La vida no es justa. Lo tenía todo y
ahora lo perdía todo.
Su dolor, su soledad, su gran
tristeza, la llevaron a confiar en Jesús.
“No llores”, le dijo a la madre. Y el
dolor se convirtió en gozo.
“Levántate”, le dijo al hijo muerto.
Y la muerte se volvió vida.
¿Con qué calmas tu dolor? ¿Qué haces
con tu soledad? ¿Qué buscas para tapar tu tristeza? Busca a Jesús y confía en
él.
Una
Mujer Pecadora
¿Sabes por qué la etiquetan como
“mujer pecadora”? Porque era la manera de identificar a las prostitutas. Sí,
ésta mujer era una prostituta. Su pecado era venderle su cuerpo a los hombres
por dinero.
Y fue su doble necesidad que la
llevó a buscar a Jesús.
1º.
Su necesidad de perdón. Ella
necesitaba ser perdonada.
¿Pero qué hacían las personas con
ella? O la rechazaban tratándola como a una basura, o la usaban como un juguete
para su propio placer sexual.
¿Ves lo grande que es Jesús? Él
acepta donde otros rechazan, perdona donde otros condenan y sana donde otros
abusan y enferman.
2º.
Su necesidad de valoración. Ella
necesitaba sentirse valorada.
La gente la despreciaba, hablaban mal
de ella. Era mal vista y estaba en boca de todos.
Jesús le tapó la boca a Simón el
fariseo y a todos los que despreciaban a la mujer creyéndose mejores que ella.
Públicamente la valorizó. Delante de
todos habló bien de la actitud de honra y adoración que tuvo la mujer. Sin
ningún temor dijo que ella, con su actitud de arrepentimiento, amó mucho.
Piénsalo.
Tres relatos. Tres personas. Y tres
encuentros con Jesús.
¿Y cuál es tu historia? ¿Cuál es tu
necesidad?
¿Estás preocupado por alguien? ¿Por
tus padres o por tus amigos?
¿Estás triste o te sientes solo?
¿Necesitas ser perdonado o valorado?
Búscalo a Jesús. Él sabe qué hacer
con tú necesidad.
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