“Cuando Jesús hubo
tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y
habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu” Juan 19:30
Volví a mirar el cuadro lejos de los
personajes que lo ocupaban. Sólo mire la cruz a lo lejos y fue casi como
estudiar nuevamente las palabras de Jesús: “Está todo terminado”…
Sé que Jesús tomó mi lugar y el de
toda la humanidad al morir en la cruz, llevando sobre Sí mi pecado, pero ¿para
qué? Cuando Cristo murió y resucitó se inició un tiempo nuevo tanto en Dios, en
nosotros y en la relación que Él tiene con nosotros.
Si vemos lo que ocurrió en la Cruz,
por lo menos extraemos 3 cosas esenciales:
1.- En ese consumado es, algo pasó
conmigo: me redimió, me justificó, me reconcilió con Él. Dios decidió salvarme.
2.- Algo pasó con Él. Jesús nos manifestó
Su Carácter. Cada vez que Jesús hablaba de la cruz, el lo expresaba como su
glorificación; siempre la Gloria del Señor, se había manifestado en la
naturaleza o en la historia, pero en esa entrega Él estaba “mostrándose”. No
puedo conocer el Corazón del Señor si no lo veo desde la perspectiva de su
Muerte. No se siquiera lo que es amor, o justicia, o santidad, sino miro el
cuadro del dolor.
3.- Algo pasó con nuestro enemigo. Fue
definitivamente derrotado. Ni la muerte tiene poder, ni el pecado puede
dominarme, ni los principados ni las potestades puedes juzgar libremente en su
afán de destrucción y de mentiras…
Con razón Jesús dijo “consumado es”.
Ahora puede venir el Consolador y continuar Sus hechos poderosos en cada simple
mortal, porque ya están en condiciones ante Dios, ante ellos mismos y ante
Satanás.
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