“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
para que os dé, conforme a las riquezas
de su gloria, el ser fortalecidos con
poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe
en vuestros corazones, a fin de
que, arraigados y cimentados en amor,
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la
anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el
amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de
toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que
es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos, según el poder que
actúa en nosotros, a él sea gloria en la
iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos.
Amén.” Efesios 3:14-21
Pablo nos enseña a través de este
pasaje la importancia del obrar de nuestro Dios en nuestras vidas, primero
vemos mencionado a Dios Padre quien es el sustento de todas las familias y de
quien tomamos nombre, gracias al sacrificio de Cristo en la cruz fuimos adoptados
hijos de Dios quien ejerce su paternidad en nuestras vidas. Producto de esa
paternidad tenemos derecho de recibir las riquezas de nuestro Padre y es a
través del Espiritu Santo que recibimos la herencia de Dios la cual fortalece
nuestra vida “nuestro hombre interior”, podemos vivir una vida plena en Dios.
Todo esto para que Cristo more en
nuestros corazones y con El traiga a nuestras vidas la capacidad de conocer y
de experimentar ese amor que excede todo conocimiento, el cual es la plenitud
de Dios en nuestras vidas, y el poder
que opera en nuestras vidas
concediéndonos las peticiones de nuestros corazones aún más
abundantemente de lo que pedimos.
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