“…Asimismo el escriba Safán declaró al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me ha dado un libro. Y lo leyó Safán delante del rey. Y cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos…”
2ª Reyes 22:8-11
Jeroboam fue un hombre que vivió un período crucial en la vida del pueblo de Dios. Si ves la historia bíblica te puedes dar cuenta que Israel tuvo un período de los Reyes, en los cuales se nos cuenta los hechos acontecidos en Israel y las naciones vecinas. Antes de él vinieron tres reyes Saúl, David y Salomón, cada uno reinando 40 años siendo el más recordado David, “el hombre conforme al corazón de Dios”.
Sin embargo después de Salomón, los problemas en Israel empiezan a madurar y el reino se divide, siendo diez tribus para Jeroboam y sólo una, Judá, la tribu dada a Roboam de la familia de David. Dios le dio una promesa a Jeroboam de que lo bendeciría si guardaba sus mandamientos. “…Yo, pues, te tomaré a ti, y tú reinarás en todas las cosas que deseare tu alma, y serás rey sobre Israel. Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te entregaré a Israel. 1ª Reyes 11:37-38.Lamentablemente Jeroboam no fue recto con lo que Dios le dijo y puedes ver posteriormente el descenlace de una persona que tuvo una palabra de Dios, pero que su fundamento fue consejos de propio corazón y sus temores, llegando incluso a corromper el culto a Jehová por temor a perder el favor del pueblo y su posición.
¡Qué triste espectáculo el que podemos seguir en estos capítulos del libro de Reyes! Jeroboam aún sin ser de la familia de David fue considerado por Dios, sin embargo este desechó el mandato de Dios por temor y por mantener su posición fabricando e inventando de su propio corazón (1ª Reyes 12:33). Sin embargo Dios siempre trae su orden al reino, Él siempre se hace cargo de su congregación, de su grey y lo puedes ver cuando en pleno “tiempo de adoración” un profeta lo amonesta y declara que el altar se quebrará y no será más cuando uno llamado Josías de Judá llegase al trono. 272 años después se cumple semejante profecía. Dios no miente. Todo lo que se había fabricado del propio corazón de Jeroboam fue destruido por Josías. Reflexiona sobre esto, Jeroboam hizo que en Bet-El (que en hebreo significa “casa de Dios”) existiera algo aparentemente igual a lo ordenado por Dios pero en donde su gloria no se podía posar, siendo más que nada una apariencia. La historia de esta profecía no tiene un triste final puesto que Josías redescubre el verdadero fundamento: la palabra de Dios.
¿Sobre qué estamos sobreedificando?, ¿estás más pendiente de lo que dice tu corazón?, ¿de tus temores? ¿Cuántas veces hemos puesto en Bet-El (casa de Dios) cosas fabricadas por nosotros mismos? No nos engañemos, la palabra de Dios nos confrontará, la palabra profética más segura como dice 2ª Pedro 1:19, revelará lo que hay en nuestro corazón cuando adoramos o pretendemos adorar con nuestra vida a Dios. Examínate y pídele al Señor que escudriñe tu corazón para que Él saque lo que está torcido y lo que no le da gloria.
Fuente: Reina Valera 1960
Henry Halley, Compendio Manual de la Biblia.
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