¿Qué adoración le estoy ofreciendo a Dios?
La Biblia nos habla en Juan 4:24 acerca de la adoración que Dios está buscando en sus hijos. Si vemos este versículo podremos notar que hace mención a que “Dios es Espíritu; y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que adoren”…
Primero que todo tenemos que entender que Dios es Espíritu. La esencia misma de nuestro Dios está en lo espiritual, pero… ¿Dónde está nuestro problema al adorarle? Muchas veces, aún amando a nuestro Dios y deseando en nuestro corazón servirle y agradarle, caemos en la adoración emocional, aquella que nace de nuestras experiencias, recuerdos, etc. No es precisamente ésta la adoración que Dios busca. Cuando vemos en Hechos 17:27 que Pablo dice: “…Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros...” Aquí Pablo nos insta a buscar a Dios, a través de nuestro espíritu, ya que Dios nos dotó de éste para tener comunión íntima con Él, es necesario que podamos “palparle”, o sentirlo, no con nuestras emociones, ya que estas varían de un momento a otro, pero nuestro espíritu que conoce al Padre desde antes de la fundación del mundo busca encontrarse con Él y conocer los planes y propósitos que nuestro Dios diseñó para nosotros, es a través de nuestro espíritu que podremos conocer y entender aquello que está en el mundo espiritual y lo podremos traer a las esferas naturales para llevarlo a cabo. Aún estamos a tiempo de encontrarle, El no está lejos de nosotros.
La Adoración genuina a Dios, aquella que brota de un espíritu sediento del Señor, vivifica nuestro espíritu. Dios busca aquellas personas que le adoren en espíritu, o sea, que son capaces de conectarse con Dios a través de su propio espíritu y no sus emocionalidades, esto significa, sin importar las preocupaciones y aflicciones que puedan venir a mi.
Que le adoren en verdad, esto es, que más allá de lo que hemos aprendido, nuestro corazón se derrame de manera genuina ante nuestro Rey y Señor. La adoración que se lleva a cabo en espíritu y en verdad es la única que nos permite ser examinados por Dios, para que Él saque de nosotros aquello que estorba la comunión con Él y así mismo ponga todo lo que nos sirva para alcanzar la adoración celestial que nuestro Padre anhela.
No dejemos que nuestra adoración a Dios sea superficial. Dios busca hijos que lo adoren de corazón, esto es, con entendimiento, buena voluntad, gozo y amor…
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