RESTAURACIÓN INTEGRAL
“Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación…” Salmos 85:4
¡Mira cuán hermoso es! En el primer libro del Nuevo Testamento, y en su primer capítulo, observamos claramente el propósito de restauración individual y como cuerpo de Cristo, que Dios desea y hace posible para cada persona.
El libro de Mateo incluye en la genealogía de Jesús a cuatro mujeres. Este dato de por sí es raro, porque las genealogías se establecían en base a los varones por sus casas y no a las mujeres y, lo más llamativo, es el tipo de mujeres que aparece, cuatro que no le darían honor a ningún árbol familiar.
La primera es Tamar, que fue objeto de la opresión y del incesto, algo que todos preferirían olvidar. La segunda es Rahab, una prostituta cananea que recibió a los espías y se agregó al pueblo de Israel. La tercera es Rut, una mujer gentil despreciada por todo judío que se aprecie como tal. La cuarta es Betsabé, víctima de acoso sexual del rey de esa región, quien para ocultar un embarazo adúltero, asesinó al esposo.
Todas murieron sin comprender el alcance total de la Gracia, porque a pesar de lo que habían vivido, fueron rehabilitadas mediante su participación en la genealogía del Salvador. ¡Qué gran amor, qué gran oportunidad se nos presenta inaugurando el nuevo Pacto. Desde el inicio del Nuevo Testamento es posible la restauración completa!
Como si esta noticia fuera poco, se agrega una buena nueva más: cuando Dios restaura, también añade, multiplica y mejora, de manera que la condición final de algo o alguien supera al estado original.
Así ocurrió con Job tras las pruebas terribles: Dios le dio el doble de lo que había perdido y lo bendijo más abundantemente en sus últimos días que al inicio de su vida, Job 42:10-12.
Dios desea restaurarte y transformar tu vida en algo más pleno y fructífero. Aférrate a esta verdad; aprópiate de ella y experiméntala.
La Gracia de Dios puede restaurarte en plenitud. Confía en Él, a pesar de lo que hayas vivido.
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