DEL QUEBRANTAMIENTO A LA BENDICIÓN
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas
las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados”
(Romanos 8:28)
Todos hemos atravesado por momentos
difíciles, momentos que muchas veces los sentimos “eternos”, porque
pensamos que nunca van a terminar. Pero también es verdad que esos momentos,
muchas veces dolorosos, son los que nos preparan para recibir la bendición de
Dios para nuestras vidas. Ninguno de nosotros quiere experimentar
períodos de sufrimiento, pero todos queremos ser bendecidos.
Cuando Pablo le
escribe a los romanos que “todas las
cosas les ayudan a bien” es porque el sabia que como hijos de Dios vivimos
circunstancias que nos preocupan, que nos traen dolor, pero Pablo también
sabia, que es precisamente en aquellos momentos donde mas unidos a nuestro
Padre debemos estar. Cuando el barro
es quebrantado, solo el alfarero sabe como volver a moldearlo para hacer con él
su perfecta voluntad. Es hermoso poder hablar del perfecto amor de Dios, de su
paz, de su bondad, pero Dios está muy interesado también en nuestra transformación, en nuestro crecimiento, en
nuestra maduración espiritual.
Para poder cumplir el
propósito de Dios en nuestra vida debemos estar dispuestos a rendirnos incondicionalmente a Él,
para que así, sea el Espíritu Santo quien guíe cada paso que demos. Pero
debemos entender que el crecimiento y la
madurez requieren trabajo y sabiduría para afrontar los
“quebrantamientos”.
Dios está interesado en darle
forma a nuestra vida para cumplir su propósito en nosotros, no debemos olvidar que
en su precioso amor, desea lo mejor
para sus hijos, “sus pensamientos
para nosotros son de bien y no de mal”, (Jeremías 29:11).
Aun cuando los problemas golpeen nuestra vida o pasemos por tiempos difíciles;
Dios lo sabe. No debemos olvidar que el tiempo de la prueba no es el fin, sino
un camino y un proceso hacia algo mejor de parte de Dios, es el camino hacia su
bendición.
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